El bus iba parcialmente lleno,
hacía calor. Y todos disfrutábamos de la tranquilidad que suele acompañar la
hora boba, las dos de la tarde. De repente el bus frena en seco, un taxi se le
atraviesa y este termina montado en el andén. Esperamos que el conductor
lanzará cualquier reproche al taxista, no lo hubo. La gente afuera empezó a
armar bochinche cuando vemos correr alejándose de su carro al taxista, no
pasaron diez segundos cuando al lado de nuestro bus pasa un hombre corriendo
con un revólver en mano, entra en el taxi, discute con una mujer, suenan un par
de tiros y otro más. No sé de dónde, ni cómo aparecieron dos niños gritando
mamá y papá.
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