jueves, 27 de noviembre de 2014
Cárnico
miércoles, 19 de noviembre de 2014
De silencios I
-Y sí te dijera que después de agotar todas las posibilidades, lo que queda es el vacío, me he malgastado tanto tiempo tratando de convencer a tus expectativas, las que no superan el espacio entre los dedos meñique y anular de tu pie. Querido: ¿no te parece agobiante tratar de conquistarte todos los días con pesquisas que ni mías son? Yo también me canso de ser el reflejo de tus carencias. Y es jodidamente gracioso darse cuenta que después de un tiempo accedo a todo lo que pides tan sólo para apresurar el final y poder llevarme a la boca un cigarrillo mientras te compones; que a decir verdad es lo único que parece saber bien después de tus quince minutos de cabriolas maritales... y sí mejor no te digo nada y dejamos que todo se vaya a la mierda, guardando el "hasta que la muerte los separe" y ojalá que llegue rápido.
martes, 28 de octubre de 2014
De Raquel
Y Raquel escribió, y Raquel
intentó escribir. Dejó papel y lápiz, un sorbo al café recalentado, volvió a
intentar, no pudo, apagó la televisión, cuando el zumbido del off se confundió
con el silencio se reconoció en la pantalla gris y convexa, un rayo de luz casi
hilo le hizo de telón, hace mucho no se miraba en el espejo, la última vez fue
recogiendo los pedacitos que quedaron de la rabieta de Ruth en el baño. En un
apartamento tan pequeño y tan al centro de la ciudad sólo un espejo. Ahora el
televisor. Le recordaba cuando miraba a Ruth a los ojos y fingiendo escucharla
para perderse en la negrísima pupila, sin que se diera cuenta la ignoraba, tan
presente tan lejana, se miraba en la distancia, dentro de Ruth. Pero este
reflejo era otra cosa, detalló su mal corte de cabello a lo Liza Minelli en
Cabaret, concluyó que ese piquito sólo se vería autentico en el cine y no en
una cara tan larga, tan equina, tan sosa como la suya. Fue a la cocina, tomó
las tijeras rojas de punta redonda, las que no cambiaba desde la escuela, se
sentó de nuevo frente al televisor y adiós pico. Se reviso. -"Perfecto
ahora parezco de Star Trek". Una mirada a su mano izquierda, entre pulgar
e índice apretado: sus pelitos, pensó en anexarlos a la carta aún no escrita,
se contuvo al pensar lo clichétudo y patético que se tornaría el asunto, además
tampoco le resultaba doloroso cortarse el cabello. ¿Qué caso tenía?. Olió su
cabello y confirmó que hasta ella había adquirido el aroma de ese apartamento,
odiaba ese apartamento, odiaba todo lo que había pasado en ese apartamento, que
a decir verdad no era nada, por eso lo odiaba, pero lo que odiaba más aún era
que hasta esa tarde había decidido irse y tratando de despedirse todavía no le
salía la primera palabra. La escribía no
por deseo, mejor formalismo, quizás no ser tan abrupta. Podría decirse que
Raquel era poco romántica, abrazaba poco, pero eso sí sonreía mucho, mostraba
sin vergüenza aquel diente partido haciendo pensar a sus vecinos en alguna
pelea pasada. Sí, era violenta pero ese trocito de diente se fue en un rompe-muelas
cuando niña. Le debilitaba el azúcar, pero no soportaba a las personas
melosas. Le debilitaba la voz de una negra en la radio, cantando como sí el
alma tuviera cuerdas. Le debilitaba… poco le debilitaba, o eso parecía
demostrar. No se puede decir que Raquel era una mujer poco convencional,
tampoco lo contrario, simplemente había dado tumbos hasta llegar a este
momento: frente al televisor oliendo un cachito de su cabello. Raquel estaba
decidida, dejó por ahí sus pensamientos, su reflejo y su cabello, de arrebato tomo
la hoja, el lápiz, se obligó a escribir: “Adiós”.
domingo, 19 de octubre de 2014
Carta
Déjame decir adiós, déjame decir adiós sin ... sólo adiós. Ahora que me he vuelto de piedra, esperando que en algún momento regrese la mañana, arañando el rostro para arrancar la máscara, piedra. Querido no siento nada. ¿Vergüenza?, sí, eso quizá. ¿A dónde fui?, déjame decir adiós para buscarme. Nunca prometí quedarme, pero cuesta escucharte tan asiduo a la idea de la despedida. Y aquí está: la última de las cartas que te escribo o la primera de todas que escribiré para no entregarte. El silencio se ha vuelto cama, refugio, casa. Es cierto eso que me dijeron: "Es más lo que se calla". Ahora que soy mayor entiendo que debo guardar más cosas para mí, aún si no las entiendo. ¿Por qué todas las despedidas tienen que ser tan fatales? No quiero empezar diciendo que extrañaré momentos, porque hace mella y es una total estupidez alejarse de algo para enseguida quererlo, entonces ¿por qué dejarlo?. Dices que ya lo sabías, que lo veías venir, debo ser tan obvia, mucho más cuando me pongo silente. Hola soy la que huye. Nunca te hice entender que es el querer, enseñé tan poco. El teléfono repica, debes ser tú,¡Dios como detestaba que llamaras tan tarde quitándome el sueño!, el teléfono repica, sé que eres tú, por cualquier medio quieres decirme algo, déjame decir adiós. Esta es la máxima de las concesiones: ¿Podría yo ya partir?. Sin ninguna noción perceptiva, chau vista, chau olfato, chau oído, chau gusto, chau tacto. Patetismo, crueldad, necedad eso soy. Intentas, intentas, intentas, por favor suelta mi atención, déjame decir adiós. ¿Quieres que te escuche para ofrecerte el silencio?, ¿Quieres que lea tus cartas para no obtener respuesta?. Se dilata tanto para hallar en mi lo abrumador y en ti la desesperación. Antes del punto final, doy todo el reconocimiento a tu tiempo. Punto. Adiós. Y así es como tu presencia se me va en un suspiro y un adiós.
Yo I
¡Madre mía!. Me recosté sobre lo que podría decir era un leño o una viga de dos metros por cincuenta centímetros, nogal, acostada cual cristo, paralizada, y caímos, bueno la verdad nunca hubo suelo, pero parecíamos descender por un hoyo, penumbra total. Ninguna mueca en mi rostro, pienso que así se ve el dolor. Si había fondo y nos recibió como si pesáramos... la viga y yo; como si pesáramos una tonelada. El madero a tierra y de cara al cielo, cada uno de mis rizos cobró vida, retorciéndose se sembraron en aquello que podría ser césped, no brotó nada más que maleza, yo era la maleza, enmohecida. De pronto como si yo ya no fuera yo, sino una mirada cosmogònica que me veía echa hierbajos, examinaba la pútrida mueca y los ojos, el par de ojos, o bueno, sólo me fijé en un uno: dentro del iris hacia fuera el verde bosque, más al medio una cama de hojas secas y luego la pupila. La pupila se alza, es una pequeña cabecita, yo su cenital y me mira, tiene rostro y es mi propio rostro sin expresión mirándome, soy yo parada acá mismo elevando la mirada al firmamento. Yo contemplando hacia abajo, hacia arriba, dentro de mi. Arriba, abajo, dentro. Y lo único que encuentro soy yo con esta anodina cara, que ni me reconozco, tan perdida. Luego despierto, a continuación las flores que traigo a casa durante meses, geranios, claveles, girasoles, violetas, todas se disecan, se momifican, y ya nada es excelso, luego pienso: estoy invernando en la pausa, tratando de separar a dedos el silencio y la soledad, ¡qué cosa ambigua!.
viernes, 25 de julio de 2014
De a tres.
Era martes, acababa de llegar de
un viaje largo, sin embargo no tenía ganas de ir a la cama. Prendió el
televisor, en el reloj: la una de la mañana, un zapping rápido: el circo del
sol, espero que terminara para irse a acostar. Dos de la mañana: se arropó, dio
vueltas en la cama, no pudo conciliar el sueño, prendió de nuevo el televisor.
El circo del sol otra vez, era la maratón en A & E, afuera empezó a llover,
se relajó. Tres de la mañana: se sentía cansada, dio off al control. Sólo le
faltaba meter entre las sábanas su pie izquierdo y en la casa echa penumbra
total sonó el celular de su madre. Contestó, levantó a mamá rápidamente, fue a
su cuarto, se vistió con frenesí y rompió en llanto. Era martes, era octubre,
era el tercer día del mes, eran las tres de la mañana, era la primera vez que
afrontaba de cara la muerte.
lunes, 7 de julio de 2014
Otro continuará...
No vine para quedarme. Debes saberlo. No, no me excuso; sencillamente sí todo en la existencia es mutable ¿por qué he de quedarme yo perenne?. No, no puedes cambiar conmigo. Tengo el tiempo suficiente, el tiempo que apenas basta para mantener...me. Sí, he venido a decirterlo, no como permiso, ni excusa, ni respeto, nada de eso, sólo te lo comento: me voy. Basta de hasta luegos. Sin retornos, sin nos. Este momento de absoluto y devastador aplomo en donde más cerca y más lejos te he tenido, es quizá donde más te he amado. (Pausa). Buenas noches Mrs. Nobody.
miércoles, 4 de junio de 2014
¿Qué es lo que te duele?
["...cuando vos madurés, me vas a entender, que querer no es sólo poseer". ] Nadie se va con la puerta abierta...
A ti que te preguntas:

sábado, 24 de mayo de 2014
Oración a Santa Greta

Allá el suero, acá el silencio
que gotea y la camilla con mi cuerpo, en
el centro expuesto, casi palpitando: mi sexo, rosado, descarnado. Babeo cada
pensamiento y la sala se va dilatando, las baldosas expanden, todas amorfas,
casi son una boca con millares de dientes que se burla de la condición de un
tal Felipe Rosas Toro, eso dice la tablilla preliminar a mis pies, supongo que
será el nombre del próximo cadáver, igual ya iba muerto. ¿Y sí hoy me llamo
Greta? ¡Como deseo esto! (Tiembla
saliendo de la ilusión, pausa, sonríe)¡Santa Greta de las vaginas deseadas y
jamás concedidas!(Pausa)Me molesta la gente, siempre suponen jugar a la ruleta
con los nombres, todo es fortuito, alegórico, ruin, casi nadie nombra a otro
con convicción, es más ¿por qué mierdas uno no escoge el nombre?. Sé que mi
madre me parió pero ¿qué iba saber ella de lo que soy yo?. Mi nombre, mi casa,
mi obituario. G-R-E-T-A, (se saborea) Lo repito tantas veces que se mengua,
parecido a cuando se ora, se aplasta, se convierte en imperceptible como si
hubiese estado ahí siempre. (Pausa la grabadora, tose, reanuda la grabación)Aún
no amanece y siendo honesta no quiero mirar el reloj, es agradable la sensación
de no saber a qué horas se muere, me hace sentir como sí no se planease nada y
llegara súbita, milagrosamente (Ríe) No voy a sangrar más de esta noche, nadie
lo supo, nadie lo sabe, sí, lo sabrán, lloverá y todos seremos inocentes,
libres de escupir al mundo, de cultivar de nuevo la inocencia, de dejar de
taladrar pregones y culpas en las frentes de infantes vejados… cuando soy él
sigo pesado, arrastrando los pies, gritando desde las fauces del estomago, me
hago pequeño y le suplico al Cristo de la pared, lo juró le supliqué pero el
sólo tenía la cabeza gacha y miraba a otro lado, me rechazó, no me salvó, le
asqueé. La catequesis sólo es otro torneo de caza. Nunca me confesé porque para
él no fue pecado. Muérdome la lengua,
anacrónica manera de huir. Seré bastante piadosa, la autoflagelación lleva a la
redención. Otros empiezan por los tacones, las hormonas, es mejor arrancar el
problema de raíz, “quiero unos labios finos, dignos de ser besados”, le diré al
médico antes de perder la conciencia. ¡Ábranse las bocas que morderé, quién no
me sujete perderá el tiempo!. (Pausa) ¿Cuánto más tengo que esperar? ¿Nadie
entiende la apabullante necesidad de mutar? Continúa el frenesí de camillas,
danzan por doquier, no las veo pero las escucho y sé que otros me tomaron ya
ventaja, que ya migraron al sur de la existencia, ¿cuánto más tengo que
esperar? ¡Nace ya fulminante hembra! Germina histérica y brutal, devora las
rosas, el toro y por supuesto a Felipe, que no quede experiencia humana más que
tus inglés reparadas… (Llaman a Felipe para conducirlo a cirugía)(Pausa) Amén.
(Apaga la grabadora, suspira, se santigua y sale).
domingo, 18 de mayo de 2014
Necesito hacer el amor...

jueves, 1 de mayo de 2014
Dora
Tarde caliente, guayacán de flores en las raíces, la puerta abierta de par en par, yo en las escaleras sentada y la perra conmigo, ambas miramos a la nada. Miro el jardín, la flor del cayeno se va cerrando, viene la noche, viene la sinfónica de la abuela: el puchero que herve, las arepas que amasa, el chocolate que se le riega, porque nunca pudo hacer uno sin que quedara en el fogón una taza. Se sienta, nos sentamos, acaricio a la perra, oré niña, me dice, oré y agradezca, no se precipitó y yo soy más rápida, ya tengo hasta los premolares la arepa, excepto el incisivo, que se me cayó ayer jugando cuerda. Ella me dijo que anoche el ratón me dejó el par de pesos, yo sé que no, yo soy más rápida, yo sé que fue ella; pero no le digo nada porque sé que ambas nos gusta el sabor de esas mentiras, aunque mentir esta mal pero se puede curar con las oraciones después de la cena.
Mujer se mira en un espejo
(Mujer se mira en un espejo. Ella, la mujer y ella, el reflejo conversan.)
Ella: -Sí algo brilla en tu cara es la incertidumbre, tienes ese gesto que incomoda. ¿Te acuerdas cuando caminabas en la calle, sobre los miserables intentos de tarde? Nos vimos en los charcos y te intentabas convencer que ese día valía la pena, que esa lluvia era tibia, abortando a la fuerza la alienación melancólica de los que viven en la urbe, detrás de sus abrigos grises, todos son grises, tú tratas de ser... ¿más amarilla?. Pero lo único que tienes amarillo son los dientes y ese huevo mal hecho tripas adentro. Pequeña Juana de Arco Post Moderna. ¿Hoy que te pondrás?, ¿saldrás?, ¿a dónde?, dime dónde vive tu esperanza y te diré porqué no duermes.
Ella: -Las flores doradas de tus ojos caminan sobre mi piel, me acusan, ¿qué dicen?. Entre las pestañas el silencio, siempre he estado sorda a tus labios. ¿entiendes qué no soy una oreja?
Ella: -Sí, siempre has sido tu pie izquierdo sin el dedo meñique, que se tambalea, que se vive yendo y no se va.

Ella: - Alguien me dijo que la muerte baila vals.
Ella: - ¿quién?
Ella: -La gata.
Ella: -No te creo.
Ella: -Bueno allá tú querida, pero ayer quedamos de vernos después de que una llanta le pegara una arrastradita, eso dijo. A veces pienso que todos necesitamos morir un ratico, estamos tan vivos, que vivir ya ni es verbo.
(Pausa)
Ella: -¿Qué quieres de mi querida? Soy sólo tu reflejo al otro lado, la antitesis de tu imagen. Quisiera saber dibujar para pintarte la angustia que se te asoma por las fosas nasales, pero no tengo manos y sí lloras mis lágrimas son secas.
Ella: -¿Puedo venir mañana?
Ella: -Nunca te has ido.
Ella: - ¿Nunca?
Ella: -Jamás. Bueno, una vez. Cuando morimos, ¿o moriste?. Ya ni sé. Desde entonces estamos así, una enfrente de la otra, en la mitad del marco, no sé dónde empiezas y dónde termino; y siendo sincera no recuerdo quién era volumen y quién era replica.
Ella: -Ah, sí, empiezo a recordar, estaba cruzando la avenida, miré hacía arriba y luego vino la llanta. La gata. Nunca regresamos a hablar. Era la última. (Ríe) ¿sabes que me gusta?... que estamos.
Ella: -Buenas noches.
Ella: -¿Podemos jugar a que olvidamos?
Ella: -Vale. Buenas...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)