domingo, 24 de mayo de 2015

Yo era, mamá, yo era.




 Mamá yo soñé con el viaje y la brisa me gritaba al oído.
Mamá yo soñé que me metía a los arroyos.
Soñé con la tierra negra y húmeda, yo era de tierra negra y húmeda y olía a vida.
Mamá yo soñé con las piedras mohosas y lisas del río y ya no estaba perdida.
Yo bailé tratando que se me desprendiera la carne, yo baile inmensa, henchida de alegría, baile con las hojas secas y el revolcón del viento.
Mamá yo era sustancia y pertenecía a algo más grande que yo, yo la gestaba y ella a mí. Yo fui madre, mamá. Yo era vida.
Mamá yo miré al cielo y el clarito que entraba por las copas era verde y amarillo, y sudaba.
Yo volaba y no tenía que hablar para saber todos los secretos. Yo era, mamá, yo era.
Mamá yo soñé que nací más veces y naceré y que la tierra me abrazaba para morir y me sembraba nuevamente.
Y fui muchas hembras. Y en mi vientre ya no había dolor, era tibio. 
Yo también fui mi madre vieja. Esa que viene a veces a susurrarme en la oreja, esa que yo llamo instinto.

sábado, 9 de mayo de 2015

Carlota

Carlota era mi muñeca favorita. Tenìa muchas otras pero ella destacaba. Carlota era la más grande entre las que sentaba en mi pequeña mecedora, siempre ocupaba el lugar del medio. Tenìa por cabellos unas trenzas de lana amarilla clarito cosidas a su cabeza de trapo, de ojos grandes, azules y curiosos y una boca pequeñita, los últimos pintados a mano. Con vestidito y caperuza que ocultaba la calvicie en la parte trasera de su cabeza. Ambos verdes. Le puse ese nombre porque era como una versión femenina de papá. Ella era mi compañera. Una mañana ambas compartíamos un desayuno imaginario en mi habitación cuando sentimos un zumbido, se hacía cada vez más presente y provenía de atrás de las cortinas lilas. Entre curiosidad y valor decidimos tomar un extremo de la cortinilla y despacio, muy lentamente fuimos desnudando aquella esquina de la habitación. Después, el horror, tendido sobre la baldosa blanca, sus ojos gigantes, todo ese vello, el sonido, el color marrón, ¡que figura tan odiosa!. "-¡Una mosca gigante!, ¡una mosca gigante!" Repitiendo la misma frase con la dicción enredada por el sobresalto en menos de cuatro segundos recorrí los catorce escalones abajo para llegar a la cocina, donde estaban papá y mamá. Pálida, petrificada y casi sin poder articular entre los brazos de mamá recordé a Carlota, mi pobre, pobre Carlota, en aquel momento solo supe de mi, la había abandonado a la merced de la mosca mutante. -Una mo-mosca gigante. Señale el segundo piso y me solté a llorar. Armada con la milicia más poderosa para aquella época (mis padres) volvimos al lugar de los hechos. Atarzanada en el abrazo de mamá y aun entre sollozos indiqué: ¡Ahí!. Papá se agachó, corrió la tela, y con una de sus manos tomó a la criatura, con la otra a Carlota. Siempre he pensado que sus manos cuadradas son lo supremamente fuertes para defenderme de cualquier peligro y lo supremamente suaves y tibias como para posarlas en mi cabeza y que yo encuentre la calma. Me devolvió a mi Carlota, la abracé fuerte y me dijo: -Monita no tienes porque tener miedo, esto no es una mosca gigante. Es una chicharra. Las chicharras son cantantes. Él me explicó todo sobre ellas, me hizo quererlas hasta el punto de rescatarlas de morir ahogadas cuando caían a la piscina en mis clases de natación. Carlota y yo eramos ahora socorristas de moscas mutantes.

lunes, 4 de mayo de 2015

Anónima


"She’s mad but she’s magic. There’s no lie in her fire" -Charles BukowskiParto de un pacto de complicidad tácito, que aunque ni usted y yo hemos cruzado palabras, esto que vendrá a continuación le será de utilidad, y sí y sólo sí le ha sido de ayuda mi misiva, esperando también la madurez del silencio. Será y es único secreto de ambas. No deseo su amistad, discúlpeme pero debo ser clara, y por lo que concierne sí todo se concluye de la manera que deseo y pretendo orientarla lo mejor es que ni hagamos una presentación pertinente. No sé su nombre, está bien. Pero tengo la certeza que usted ha hecho más preguntas sobre mí de las que debería. No las aclararé, poco o nada me importa las conjeturas ajenas. No le temo a las miradas y varias ocasiones he encontrado a las suyas sobre mí, a la de sus amigas; también soy mujer y entiendo las cosas. A veces por rivalidades emotivas pretendemos alejar a la otra de nuestro mismo estado. Sé que se vanagloria destrozando con peyorativas palabras esta imagen mía. Tal vez sí me importa un poco lo que piensa, es simple curiosidad, me asombra la creatividad femenina a la hora de destrozar a otra, puro voyerismo. En fin, lo que quiero de usted es que lo embelese, no se asombre todas hemos tenido esa mirada y cuando usted le mira, es inconfundible. Él es un hombre hermoso. Un niño hermoso. Tengo la vaga sensación de que realmente usted lo ansía. Yo la he esperado por varios meses, su figura, su rol, me urgía encontrarla: usted. Es el suceso. Usted es el suceso. Encontrarla es todo un acontecimiento para mí. Y aunque mi descubrimiento y propósito es agridulce, me alegra que haya llegado. Bienvenida. Tan cándida, es usted muy bella. Cuando nos enamoramos volamos. Que bellas alas. Él necesita ese tipo de amor: el clásico. De tardes largas y poca conversación, de pretextos tontos para un roce de manos, donde los últimos estadios sean los besos, de reconocimiento, de identificación. Él necesita enamorarse, con rosas, querubines y todos los pormenores. Es un romántico y generalmente esta en el mundo de las ideas, plántelo en la realidad de manera tierna, sorpréndalo, descolóquelo con actos, muéstrele mundos, el suyo, por ejemplo, hágalo sentir amado, expréseselo, ¿es cruel, no? De verdad lo quiero, hubiese deseado conocerlo mayor cuando el amor no tuviera tiempo para equivocarse, el tiempo nos puso mucho antes, hubiésemos sido un gran amor... para que miento, yo siempre seré caótica. Él tiene la fantástica cualidad de exacerbarme y yo desarrollé una fatal fascinación por hacerlo sufrir, e incluso esto es despiadado, enseñarle a otra mujer cómo debe amarlo, amarlo bien, sin que él lo sepa y él aún duda que yo sea una arpía. ¿Ve? No hay nada que envidiar, he hecho tantas cosas mal que porque le quiero y amo su amor hago esto. Y mis maneras siguen siendo enfermizas. Al principio será reticente, él cree amarme y piensa que jamás se volverá a enamorar, todo un romántico, pero es vital que sea insistente, nada se logra a la primera vez de intentarlo. Él cederá, lo sé, le gusta sentirse querido y de a pocos mi imagen le será a ambos más difusa. Yo seré espejismo del pasado. Por favor, amelo con ardor. Existen muchas distracciones y caminos que lo hacen desvariar, interpóngase, cuídelo. Sea su amiga, su compañera, su amante, su madre, su hermana, su hija. Amar es una travesía grata sí se empieza bien. Yo también fui una romántica. Ayúdelo a olvidar. Sé que construirán bien. Quisiera escribirle que tengo los brazos llenos de gustosos deseos, pero lo único que tengo es los dedos fríos y los labios secos de repetirme la misma frase en voz alta para convencerme de que esto es lo correcto. De antemano gracias. Va ser todo una locura cuando lea esto. Tal vez sí aciertan cuando me tildan de lunática. No sobra recordarle de nuestro acuerdo de confidencialidad. Amelo. Es todo. Anónima.


sábado, 2 de mayo de 2015

Otra de David: De manos y pies fríos.


I'd like to see something like this for a track poster where you were able to maybe see a little bit of the runner's face and the slight hint of their uniform/brand in color in the center of their chest. (Top 10 composition tips)Hola luz de mis..., de mí, mi luz. La noche es pétrea porque cierras los ojos,¿por qué cierras los ojos?. No temo. Acá tengo todo tu recuerdo, tú pequeño, te tengo. Que dicha verte reír mientas duermes, yo quisiera ser el sueño. La luna viene y no pasa nada, el día y la noche son una misma cosa, no hay letargo, ya no hubo paz. Mis dedos escriben palabras que ni conozco. La soledad es una pasta que se te pega entre los dientes y no te deja abrir la boca. Ya arañé hasta el fondo y ni en los suspiros encuentro rastros de alma. Extravío. Sería horrible que me conocieras ahora, soy una cofradía de miserias. No le digas a mamá que he crecido, a ella le acongoja verme huir de mi propio hastío, siempre lo supo, fui una niña taciturna. Sigue durmiendo, no escuches nada. Es solo la voz de la que te ama más, y sí entre la clava que te tañe tu profunda paz que tanto envidio, me ves, véme limpia, véme niña y de vuélveme la sonrisa, que sin latitud "eso" sabrá llegar. Llegará a esta eterna vigilia de manos y pies fríos.