Mamá yo soñé que me metía a los arroyos.
Soñé con la tierra negra y húmeda, yo era de tierra negra y húmeda y olía a vida.
Mamá yo soñé con las piedras mohosas y lisas del río y ya no estaba perdida.
Yo bailé tratando que se me desprendiera la carne, yo baile inmensa, henchida de alegría, baile con las hojas secas y el revolcón del viento.
Mamá yo era sustancia y pertenecía a algo más grande que yo, yo la gestaba y ella a mí. Yo fui madre, mamá. Yo era vida.
Mamá yo miré al cielo y el clarito que entraba por las copas era verde y amarillo, y sudaba.
Yo volaba y no tenía que hablar para saber todos los secretos. Yo era, mamá, yo era.
Mamá yo soñé que nací más veces y naceré y que la tierra me abrazaba para morir y me sembraba nuevamente.
Y fui muchas hembras. Y en mi vientre ya no había dolor, era tibio.
Yo también fui mi madre vieja. Esa que viene a veces a susurrarme en la oreja, esa que yo llamo instinto.